Mi primera vez

Hacer cerveza cacera por primera vez es como perder la virginidad. Llevas años hablando de eso y fanfarroneando de las cosas que harás. Cuando llega el momento la emoción se convierte en nerviosismo. Mientras lo haces no sabes exactamente qué está pasando ni si estás haciendo las cosas bien. Al final te das cuenta que no era tan difícil y te quedas con ganas de volverlo a hacer inmediatamente.

Eso paso con mi primera receta que fue un clon de la Nevada Pale Ale.

Lo nítido de esa receta fue que tuve que hacer todos los paso que generalmente se hacen con las recetas de extracto que van desde utilizar los “special grains”, añadir en tres ocasiones lúpulos durante el proceso (no recuerdo bien si fueron 3 diferentes lúpulos), malta liquida, malta seca, en fin, lo único que faltaba es que me pusiera a inventar añadiéndole otros ingredientes (como hice en la segunda receta).

Mi primogenita

Como es de esperarse dentro de la excitación, emoción, nerviosismo y las ganas de probarlas no pude aguantar  y me la tome antes de tiempo… (espero hayan notado la analogía que acabo de intentar hacer). No hice segunda fermentación (hoy en día no me brinco ese paso) y ya a las 4 días de embotellada la estaba probando. Fue amor a primera probada a pesar que apenas tenía carbonatación. Hoy en día he tomado eso de tradición al 4-5 día la pruebo y cada 2-3 días me doy una para poder apreciar el cambio. 

La cerveza tuvo buena acogida (no solo en mi paladar) entre mis panas que son mis conejillos de indias. La primera expresión en general fue “¡Sabe a cerveza!”. Aunque la mayoría acostumbrados a sabores más livianos la sintieron un poco fuerte otros bebedores de ese tipo de cerveza me dijeron que estaba muy bien. Entusiasmado con el resultado me prometí a mi mismo que siempre tendría cervecitas a mi alcance hechas por mí.

Hasta ahora lo he cumplido.